En lo que concierne a Argentina, el Departamento de Agricultura de los EE. UU. dio a conocer un informe a fines del año pasado, que prevé que un sector de la producción agropecuaria del país podría registrar un leve progreso en sus indicadores productivos, siempre y cuando mejore el pronóstico climático durante 2023, con el consiguiente efecto positivo sobre el segmento lácteo.
Según dicho pronóstico, en el caso lácteo, Argentina podría recuperarse hasta producir una vez más 12 mil millones de litros en 2023, luego de que las condiciones climáticas particularmente secas del verano y un otoño frío afectaran los rendimientos en el pasado 2022 y pusieran fin a dos años consecutivos de producción creciente de leche.
En efecto, el sector agropecuario doméstico transita una coyuntura complicada al presente como consecuencia de las prolongadas sequías consecutivas y el incremento constante de los insumos necesarios para llevar adelante la actividad de explotación y procesamiento del sector, entre otros aspectos.
En este sentido cabe destacar que el mercado doméstico argentino resulta altamente competitivo, ya que a la presencia de relevantes jugadores nacionales como Mastellone, Williner, Sancor, La Suipachense, Noal o Punta del Agua se añaden empresas internacionales de gran renombre como Nestlé, Danone, Fonterra Co-operative, Saputo y otras.
La mayoría de estas empresas se han mostrado activas en materia de fusiones y adquisiciones con procesadores locales más pequeños, participando activamente en la innovación de productos comercializados. De esta forma las empresas globales líderes concentran una parte considerable de la industria, habiéndose ampliado en años recientes dada su estrategia expansiva.
Por su parte, en lo que concierne a las tendencias del consumo mundial se nota una creciente demanda de productos lácteos orgánicos y funcionales. Estos últimos son considerados más saludables, al incluir ingredientes que aumentan potencialmente la energía, tales como: Probióticos, Vitaminas, Minerales
Incluso se identificaron casos como las leches que contienen ácidos grasos omega-3 y quesos y yogures -que incluyen probióticos- ocupan una posición cada vez más relevante en el mercado, al tratarse de artículos que comprenden aditivos destinados a favorecer la salud, brindando beneficios fisiológicos junto a su poder nutritivo básico.
Asimismo, el papel de los sustitutos de productos lácteos de origen vegetal (por ejemplo, bebidas a base o incorporando soja, almendra, arroz y avena) se incrementó en muchas regiones del mundo.
En tal dirección, los sustitutos disponibles siguieron expandiéndose más allá de las opciones tradicionales bajo estas circunstancias:
Como respuesta a la intolerancia a la lactosa
Debido al interés en la salud en general
Por la preocupación del consumidor
De acuerdo al presunto impacto ambiental que conlleva la producción de lácteos
Por ende, aun cuando las dietas flexivegetarianas, vegetarianas y veganas crecen en razón de las crecientes preferencias de sus consumidores, no queda claro su eventual efecto sobre el consumo de productos lácteos.
De igual manera, la intolerancia a la lactosa es un aspecto que preocupa a algunos consumidores, contándose cada vez con mayor número de productos lácteos sin lactosa para quienes no pueden ingerirla o desean optar por sustitutos de origen vegetal.
En algunas regiones se ha identificado que el consumo de productos lácteos ha ido migrando hacia nuevos esquemas de preferencias. La sostenibilidad en el mercado lácteo
En conclusión, la pandemia ha fortalecido la tendencia ya existente entre la población en favor de la “sostenibilidad” de los productos alimenticios ofertados, claramente puede observarse que un segmento de consumidores pretende ejercer un impacto positivo sobre el medio ambiente a través de sus acciones diarias, lo que naturalmente incluye la adecuada selección de las comidas y bebidas que elige.
Asimismo, la preferencia del consumidor por el concepto relativamente difuso de un “sabor limpio” es cada vez mayor en el mercado lácteo, en cuya búsqueda se han producido en los últimos años diversos desarrollos tecnológicos en el sector de ingredientes orientados a mejorar la textura y la naturaleza del “sabor” de los productos, así como las funcionalidades que presenten.
Ante esta nueva realidad, las empresas y organizaciones enfrentan la necesidad de adecuarse a los nuevos parámetros de la industria al mismo tiempo que a los deseos de los consumidores, entre otros desafíos.
