Investigadora de la Universidad Autónoma de Chile revisa la evidencia acerca de las propiedades antiinflamatorias que poseen los componentes lácteos sobre la cicatrización de heridas en modelos in vitro e in vivo.
Las heridas crónicas son un problema de salud pública a nivel global, afectan la calidad de vida de quienes la padece y generan altos niveles de dependencia. Se estima que un 95% de la población tiene cicatrización sana. Del 5% restante, un 80% corresponden a úlceras en la parte inferior de las piernas que son de etiología venosa, el resto por insuficiencia arterial o de tipo neuropáticas, como las úlceras de pie diabético.
Aproximadamente 170.000 pacientes en Chile poseen algún tipo de herida o úlcera. Constituyen del 2 al 4% del gasto en salud, sumando a esto los extensos tiempos de curación. Éstas se caracterizan por una fase inflamatoria prolongada, definiéndose como lesiones que tardan más de 6 semanas en cicatrizar, ya sea por alteraciones vasculares, infecciones, exceso de productos de glicación avanzada y/o déficits nutricionales.
«Es importante investigar nuevas alternativas terapéuticas para su tratamiento» señala Christine Kreindl académica de la Carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Autónoma de Chile y autora de uno de los capítulos del libro Lácteos: Nutrición y Salud sobre regeneración y cicatrización de heridas.
Los productos lácteos y sus derivados ofrecen una alternativa terapéutica de fácil acceso que está siendo estudiada debido a los efectos mostrados estudios in vitro, como in vivo. Éstos se caracterizan por ser alimentos con alta digestibilidad proteica y un proporcionado cómputo aminoacídico, por lo que su consumo es ideal para cubrir los requerimientos proteicos de personas con heridas crónicas.
«Entregando el sustrato necesario para la regeneración. Además, sus propiedades antinflamatorias lo clasifican como un agente promotor de la cicatrización debido a que las heridas crónicas habitualmente quedan por periodos extensos de tiempo en la etapa inflamatoria, lo que dificulta la contracción de las heridas» señala Christine Kreindl.
La suplementación con suero de leche en modelos murinos ha mostrado tener efectos positivos sobre el perfil inflamatorio, mediante la modificación del fenotipo de macrófago, favoreciendo la cicatrización en modelos de úlceras diabéticas.
Regula la expresión de ciertas citoquinas, promoviendo de esta forma el recambio de la matriz extracelular, la síntesis de factores de crecimiento que preceden al aumento de síntesis de colágeno en la matriz extracelular, la proliferación celular, el tejido de granulación y junto con ello evitan una fase inflamatoria extensa.
Del mismo modo se han estudiado otros componentes lácteos como lactoferrina en modelos in vitro, obteniendo resultados favorables, mediando la angiogénesis y por sus efectos bactericidas.
Aún faltan investigaciones en humanos con heridas crónicas para obtener resultados más certeros con respecto los compuestos, «es necesario seguir investigando en las propiedades que tienen diferentes alimentos de consumo habitual sobre la cicatrización de heridas crónicas, elementos como la cúrcuma, miel u otros fitocompuestos se están estudiando para generar opciones de terapia eficiente para la cicatrización de heridas» finaliza la especialista.