La conservación de los recursos genéticos animales nativos tiene uno de sus pilares en la contribución que realiza dicho patrimonio ganadero a la seguridad alimentaria en el territorio donde asientan. Por otro lado, el uso racional de los recursos genéticos locales contribuye a mitigar el cambio climático. Las razas locales favorecen el desarrollo de una ganadería sostenible con gran capacidad de aprovechamiento de los recursos endógenos de la zona,
disminuye la dependencia de insumos externos al sistema y favorece la resiliencia del sistema, ante el riesgo de desastres en agricultura, como en inundaciones, sequías, epizootías, entre otras.
Finalmente, la potenciación de las sinergias existentes entre la producción agrícola y ganadera tropical mediante el aprovechamiento de subproductos y residuos de cultivos permite reducir los costos de producción y mejorar la eficiencia energética de la producción ganadera.
Según el segundo informe sobre la situación de los recursos zoogenéticos mundiales para la alimentación y la agricultura,a nivel mundial se cuenta con 14.869 poblaciones registradas en la base de datos global de recursos genéticos animales de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), conocida como Diversidad de los Animales Domésticos (DADIS). Asimismo, 1.711 de estas poblaciones se corresponden con mamíferos de Latinoamérica y El Caribe, siendo éste el continente que cuenta con menor proporción de poblaciones (20%) descritas y caracterizadas. La especie bovina (Bos taurus y Bos indicus) dispone actualmente de un inventario de 1.109 razas de las 4.772 razas locales incluidas en la precitada base de datos, siendo sólo 141 las poblaciones de esta especie referenciadas en toda Latinoamérica y El Caribe.
DADIS, refleja la existencia de 21 poblaciones bovinas en Ecuador de las cuales cinco son de tipo europeo (Bos taurus):
angus, brown swiss, holstein, jersey, normanda; otras tres de tipo asiático (Bos indicus): brahman, gir, nelore; y doce de ellas criollas: bravo de páramo, chusco, criollo de la península de Santa Elena, criollo ecuatoriano, esmeraldeño, galapaqueño, jaspeado manabita, macabea, moro, zarumeño y el resto que podrían considerarse de tipo sintético (pizan, sahiwal, santa gertrudis).
Ecuador dispone de un censo en torno a 4,6 millones de cabezas de ganado, correspondiendo a la provincia de Manabí la mayor concentración de animales, con aproximadamente 1,06 millones de cabezas (23,22%), una tercera parte se corresponden al ganado criollo. La modalidad de producción del ganado criollo se corresponde con el sistema de Doble Propósito (DP) de tipo familiar y uso múltiple del territorio, con pastoreo directo, utilización de subproductos agrícolas, escaso nivel tecnológico y bajo nivel de inversiones.
Del estudio relativo a preferencia de los productores en las razas criollas lecheras tropicales (CLT) en países de Latinoamérica, se desprende la ausencia de estudios de caracterización y comportamiento productivo de estos animales, siendo la inexistencia de información sobre estas razas el principal problema apreciado por productores y asesores técnicos sobre el uso de razas criollas en Ecuador. Sin embargo, este estudio refleja que los investigadores y académicos identifican hasta 20 razas criollas lecheras tropicales en 10 países diferentes, entre las que destacan cinco poblaciones distintas en Ecuador: pizan, cuenca, lojana, jaspeado manabita y galapagueño.
El bovino criollo desciende directamente de los animales que llegaron a la isla que actualmente conforman República Dominicana y Haití en 1.493 con motivo del segundo viaje de Colón, extendiéndose posteriormente por todo el continente americano.
En el caso del ganado criollo de Manabí (GCM), con independencia de su presumible origen, está en el recuerdo colectivo de los ganaderos de la existencia de unos “animales de reconocida mansedumbre, resistencia y rusticidad”. Animales adaptados a las condiciones extremas propias de la zona, soportan épocas prolongadas con escasez de alimentos, con capacidad para realizar grandes desplazamientos en una topografía accidentada, viven en condiciones de altas temperaturas, resistentes a enfermedades parasitarias y de gran rusticidad lo que permitía aprovechar adecuadamente los pastos disponibles en las diferentes épocas del año y adaptándose a las condiciones de manejo del propietario. Estos animales eran conocidos como “manzanillo”, “cachudo” o “cholo” por los pobladores de la provincia de Manabí y estaban distribuidos por los cantontes de Montecristi, Rocafuerte, Puerto López, Porto Viejo y Sucre.
El objetivo principal de este estudio fue la caracterización zoométrica y morfológica del GCM con el fin de optimizar el diseño de un programa de desarrollo ganadero.
El estudio presentado por la Universidad Técnica Estatal de Quevedo, Ecuador presentó el analisis del GCM donde demuestra que se encuadra dentro de la eumetría de la especie, de perfil cefálico recto y de tipo dolicocéfalo, con esqueleto fino lo que confirma su predisposición hacia la producción lechera.
Asimismo, estos animales también se encuadrarían dentro de un biotipo sublonligíneo. Desde el punto de vista faneróptico, predominan los animales de cuernos generalmente de tipo proceros y con color base de la capa en rojo; con pigmentación en mucosas y pezuñas; de pelo corto, y siempre con presencia de papada mayoritariamente de tipo discontinuo y con ausencia de pliegue umbilical y giba. De la misma forma, se confirma la existencia de un marcado dimorfismo sexual en la población predominando los valores de alzadas, anchuras y perímetros en los machos frente a las hembras. Sin embargo, no existen diferencias significativas para los principales índices zoométricos de tipo etnológico: cefálico y torácico, lo que confirma la identidad de la población como raza. Asimismo, dichos parámetros permiten encuadrar esta población en el conjunto del bovino criollo tropical DP.